Kamala Harris ¿la peor vicepresidente de los Estados Unidos?

La actual vicepresidente de los Estados Unidos, Kamala Harris, afronta la peor crisis de popularidad de un vicepresidente en los últimos años. Los problemas migratorios que afronta la Unión Americana, sumado a la crisis política que generó la situación en Afganistán y la llegada al poder de los talibanes, han hecho que Harris sea la vicepresidente con la peor aceptación en décadas.

Sin embargo, lo que sucedido en Afganistán también le ha costado popularidad al mismo presidente Biden, cuya desaprobación es de poco más del 49 %.
De acuerdo con la plataforma YouGov América, la desaprobación de Harris roza el 50 %, mientras que la aprobación es de tan solo el 43,5 %. Ahora bien, de acuerdo con el diario El País, en los sondeos conservadores Harris aparece con la peor nota para un vicepresidente en los últimos 50 años, mientras que en los “liberales” -progresistas disfrazaos de liberales- es la peor nota en los últimos 30 años.

Harris y sus desaciertos

A mediados de año iniciaron los problemas de Harris, pues Joe Biden le encargó la tarea de gestionar la crisis migratoria en la frontera con México, una de las situaciones más polémicas que enfrenta EE. UU.

En el preludio de su primera gira internacional, en una entrevista a la cadena NBC, Harris aseguró haber estado ya en la frontera, un hecho que era mentira y la periodista desmentirla inmediatamente. Al momento de rectificar, la vicepresidenta solo respondió que “tampoco he estado en Europa”, lo cual no fue bien recibido por la opinión pública.
Cuando viajó a Guatemala, lanzó el mensaje que indignó a sus bases progresistas -y de extrema izquierda-, pues pidió a aquellos que estaban planteando emigrar sin papeles a Estados Unidos que no lo hicieran. “No vengáis, no vengáis”, dijo. Desde entonces, su popularidad encadena tres meses de caída libre.

Su gestión en la frontera tampoco ha dado resultados, pues el número de detenciones de migrantes ilegales en julio fue el mayor en dos décadas, lo cual no le gusta ni a los progresistas demócratas ni a los conservadores republicanos.

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