Medellín: La “tacita de plata” que dejó de serlo por cuenta de la ineficiencia de Daniel Quintero
Medellín, caracterizada no solo por su infraestructura y por si agradable clima, durante décadas fue conocida como la “tacita de plata” por el orden y la pulcritud que se veía en cualquier calle de la ciudad. Sumado al eficiente sistema publico de recolección de residuos, estaba la cultura ciudadana de sus habitantes, que se esmeraban por ayudar en este propósito a las autoridades para que la ciudad estuviera reluciente para propios y extraños.
Pero el panorama cambió, como han cambiado varias de las cosas buenas que por años los paisas presumían ante las otras ciudades del país. Medellín hoy es un basurero improvisado en cada esquina. Un servicio de aseo eficiente pasó a ser un fortín burocrático. Lo paradójico, es que la desfachatez del alcalde “Pinturita” es tal, que sostiene que la raíz del problema es la cultura ciudadana. (La cual han presumido los paisas por décadas, pero que por supuesto, el alcalde bogotanizado desconoce)..
El periódico de la ciudad se dio a la tarea de hacer un diagnostico de la problemática, el cual dejó un panorama desconcertante: “Pilas de escombros, muebles y bolsas de basura reventadas se convirtieron en parte del paisaje en los andenes, quebradas, parques y vías públicas de al menos 115 zonas de Medellín.(…) Desde el patrimonial barrio de Prado, en el centro, hasta la carrera 65, en el suroccidente, los malos olores y la proliferación de plagas se convirtieron en un dolor de cabeza para vecinos y transeúntes”.
Esto es el fiel reflejo de una administración dirigida por su jefe político Gustavo Petro. Medellín pasó a ser una replica de lo que sufrió la capital del país bajo la administración del ex guerrillero del M19. Como es habitual en los gobiernos progresistas el aparato administrativo municipal no esta al servicio de la ciudad, sino que pasó a ser un fortín burocrático para saquear.
Al gerente de Empresas Varias de Medellín lo han vinculado dentro de los nombramientos a familiares habituales en la lamentable gestión de Quintero Calle. Los denunciantes dicen que Gustavo Alejandro Gallego Hernández, es primo de la esposa del alcalde Diana Osorio, y que ese nombramiento con prioridad nepotista -como nunca antes en la ciudad- y no técnico, le esta pasando factura a la ciudad. Las quejas vienen de todos los barrios, y el pesar de perder la organización y pulcritud de la ciudad, por la ineptitud de un gobierno ladrón.
A esta problemática se le suma la falta de mantenimiento de parques, jardines, separadores, puentes, el mal manejo de la pandemia y las terribles decisiones politizadas frente a EPM y el empresariado antioqueño, todo pactado desde Bogotá por sus jefes políticos, que buscan cooptar el aparato municipal con burocracia, persiguiendo sus fines electorales. El alumno de Petro, obedece sus órdenes y logró conseguir lo impensado: desaparecer la “tacita de plata”.