Francia: #LaReinaDeLaCancelación

 

Por: Nicolás Goyeneche Valderrama

 

Cuando se critica su silencio frente al apoyo que le brindó el ELN o la Primera Línea, nos llaman “guerristas”; cuando se pone en duda su capacidad para gobernar por su falta de experiencia nos llaman “machistas”; cuando exponemos y demostramos la inviabilidad de sus propuestas más radicales nos llaman “clasistas”; y cuando dejamos en evidencia el odio y revanchismo detrás de su discurso nos llaman “racistas”.

Esas son solo algunas de las muchas descalificaciones que recibimos quienes defendemos la democracia y las libertades cuando cuestionamos en público a la candidata vicepresidencial del Pacto Histórico, Francia Márquez. Parafraseando a Santiago Abascal, son medallas que nos ponemos en el pecho, que demuestran que ante la falta de argumentos no tienen otra opción, que recurrir a la censura sistemática de quienes pensamos distinto.

No es una estrategia nueva, es la cultura de la cancelación de toda la vida, la persecución desmedida a todos aquellos que rechazan su ideología, sus propuestas y su proceder, a fin de cuentas, a todos los que nos oponemos a su visión de país. No es diferente a lo que han hecho los últimos 20 años, pero han llegado a un nivel de perfeccionamiento y de absurdo que es sencillamente sorprendente.

Nos han llamado paramilitares, a pesar de que son ellos los que han desafiado al Estado recurriendo a la violencia para imponer lo que la democracia liberal jamás tolerará. Se han atrevido a decir que somos defensores del fascismo, tan parecido a lo que defienden, a pesar de todo el perfume que quieren ponerle a sus tesis. Incluso, como ocurrió recientemente con el presidente del Senado, Juan Diego Gómez, se han atrevido a afirmar que la criticamos porque no soportamos que alguien que podría ser empleada de servicio sea hoy candidata a la vicepresidencia. Nada más lejos de la realidad, pero sorprende que la candidata no dijera ni una palabra de Márquez sobre el apoyo que le dió el ELN en una de sus plataformas, que era lo que realmente cuestionaba el senador Gómez en el Congreso.

Hoy parece que fuera intocable por motivo de su raza, su sexo y su origen social. No pretendo que los insultos racistas sean tolerados, pero en una sociedad democrática en la que existe libertad de expresión, no es aceptable que toda crítica sea tachada como un ataque racista solo por tener como destinataria a una mujer negra. Francia Márquez está participando de una contienda electoral y no puede quedar al margen del debate público, de la deliberación. No puede escudarse en su origen humilde ante cualquier cuestionamiento. No puede victimizarse cada vez que uno de sus contendores, o la prensa la cuestionan, tampoco callar a sus opositores usando la carta del racismo o del clasismo.

Sobre la candidatura de Francia Márquez, existen dudas de fondo, que nada tienen que ver con su origen étnico. Quienes se oponen a ella no lo hacen por ser afro, lo hacen por su silencio frente al vandalismo y el terrorismo, rechazan su desconocimiento sobre temas fundamentales para el futuro del país, que no puede seguir escondiendo detrás de discursos emotivos. Sus opositores rechazan la postura de la candidata frente al narcotráfico y sobre los grupos armados, que hoy le dan su apoyo en público sin el mínimo gesto de rechazo por su parte. Se resisten a aceptar que, en caso de una falta absoluta del presidente, si es que ganan en las urnas, el país quede en sus manos. No se trata entonces de un veto por su raza, sino por sus tesis y sobre todo por su talante.

No podemos permitir que el color de la piel de la candidata nos ponga una mordaza, si lo hacemos serán los verdaderos racistas los que hayan ganado. Hablo de los que miden a las personas según el colectivo al que pertenecen, despojándolas de cualquier rastro de individualidad. De aquellos que al ver caduco su discurso de la lucha de clases hoy lo reemplazan con una narrativa favorable a la lucha de razas (absurda en un país mestizo como el nuestro) o la lucha de géneros. De los que ven en el color de la piel de las personas una razón para odiar o peor, un activo estratégico para explotar en la política.

Los conservadores no vamos a caer en la trampa de quienes buscaron una mujer negra para usarla como escudo, Francia Márquez podrá venir de lo que ella llama los “nadies”, pero seguiremos criticándola, rebatiéndola y cuestionándola como a cualquiera.

 

 

 

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