El sendero luminoso del Perú
La sensatez no es la regla de oro de la política. Lo que rige es acomodarse, dar largas, evitar la confrontación (ese batiburrillo de acciones al que llaman pragmatismo). El balance final de los que han predicado contemporizar con el marxismo-leninismo criollo, se ha resumido, indefectiblemente, en una repetida retahíla de exclamaciones finales: “no lo imaginamos”, “queríamos dar un compás de espera”, “creímos que nuestro caso era diferente a Cuba o Venezuela”…
¡Cómo no!
En la confrontación con el socialismo del Siglo XXI, pocos son los que pueden alegar que tuvieron razón a tiempo. La tuvo, por ejemplo, la valiente presidente de la Corte Suprema de Venezuela, Cecilia Sosa, quien (1999) no quiso alcahuetear la constituyente de Chávez, y al renunciar les espetó a sus cobardes colegas: “nos piden que nos suicidemos para evitar que nos asesinen. En cualquier caso estaremos muertos”. Sosa se fue a hacerle oposición al tirano, mientras la mayoría, bobalicona y reverente, se prosternaba ante él.
La constituyente es una matriz “fundacional” del socialismo criollo. La aplicaron en Venezuela, Ecuador y Bolivia; la están aplicando en Chile y la va a aplicar Pedro Castillo en Perú. Si ganasen Petro, la minga, Fecode y la Primera línea en Colombia, harían igual.
Acabo de leer el editorial del diario limeño La República; ahí el caso típico de medios y empresarios ‘buenistas’ (u oportunistas) que corren a apoyar a cualquiera que vaya primero en las encuestas; ahí los que predican la bondad intrínseca de las fieras, a las que, creen, basta saber acariciar y comprender; ahí el llanto y crujir de dientes de quienes, esta vez en Perú, cayeron en la celada socialista.
Ya en la cárcel, en el exilio, en el ostracismo social y político, o en la ruina económica, habrá buenos e ingenuos panglosses que seguirán recomendando dar a los tiranos el beneficio de la duda y el consabido compás de espera.
Castillo, el presidente del Perú, con su extraño sombrero de menonita andino y su parlache mamerto, siempre cantó lo que pensaba y lo que haría. Los progres ilustrados, en cambio, se empeñaron en traducir a su candidato. Él gritaba, ¡rojo! Y ellos traducían, ¡blanco! Así fueron las cosas hasta ayer, treinta de julio, cuando anunció su gabinete.
El 28, los progres ilustrados le restaron importancia al sombrero insubordinado y retador de protocolos y al discurso en el que anunció que convertirá el Palacio de Pizarro en un museo del “horror que padecieron “las culturas” autóctonas a manos de los españoles”. No protestaron por el trato vulgar al monarca, jefe de Estado de la moderna democracia española, el rey Felipe VI, cuando llamó despectivamente a los españoles “felipillos”. No creyeron trascendental el aviso de que viene la constituyente porque viene, ni cruzaron esa afirmación con el aviso de que refundarán al Perú como un Estado plurinacional (que para eso llevaron y pusieron en primera fila al inefable Evo Morales, quien, por lo demás, dicta la moda de los presidentes del socialismo del Siglo XXI, enemigos jurados de corbata burguesa e imperialista).
En fin. A pesar de que la posesión de Pedro Castillo en Lima fue algo así como si en Colombia se hubiera reunido un mitin de Petro con la minga indígena y las hordas de la Primera línea, los analistas internacionales tranquilizaron al mundo asegurando que esas eran ligerezas propias de políticos novatos.
El 29 les cayó la gota fría. ¿Cuál? ¡El gabinete!
Volvamos, pues, a La República y su editorial. Oigan: “La elección de Guido Bellido para ocupar la cartera (de primer ministro) es un golpe bajo para quienes, desde posiciones progresistas, antifujimoristas y del centro político, le dieron (debieron escribir “le dimos”) el respaldo a Pedro Castillo en la segunda vuelta. Pesaron muchas razones, pero la principal fueron los compromisos de no ser “ni comunistas, ni terroristas” y de mantener equilibrio en el manejo de la economía, sin extremismos ni de derecha ni de izquierda”.
¿Cómo les parece? ¡El tigre les garantizó que comería zanahorias! Sigamos: “fue la posición de esta casa editorial, que apuesta siempre por la democracia y por el respeto de las libertades y derechos para todos. Es por esta razón que hoy, con firmeza, decimos: No, señor presidente. No se puede jugar con los compromisos ni la palabra empeñada. No se puede traicionar la confianza de una sociedad que mayoritariamente votó por el cambio y a la que le quieren meter por la ventana propuestas de una minúscula cúpula regional trasnochada y delirante”.
Y, ¿saben ustedes por qué comienzan estos demócratas a darse cuenta de que votaron por la instauración de un régimen marxista? Oigamos otra vez a La República: “Bellido (el primer ministro) es una persona sobre quien pesa una acusación por apología al terrorismo (…)”. Los ´progres´ españoles de El País, también comenzaron a recular en su defensa de los socios sureños de Podemos, el partido de los comunistas españoles: “Castillo optó por la senda radical. (Bellido es) congresista del ala extrema del marxista-leninista Perú Libre (…) Defendió en su día a los militantes de Sendero Luminoso y (…) adujo que Cuba es un país democrático”.
Brille para el Perú la luz perpetua. Comienzan a vivir una tragedia que podría durar hasta 62 años…